Uno de los efectos de la recesión económica causada por la pandemia de covid-19 es que el mundo fue inundado por dólares. La Reserva Federal de Estados Unidos (FED) -cuya misión es controlar la política monetaria del país como lo hacen todos los bancos centrales- redujo drásticamente la tasa de interés hasta dejarla casi en 0%.
Y como la tasa de interés equivale al costo del dinero de un país, mientras más baja, menos vale su divisa. En paralelo, la FED le dio rienda suelta a la impresión de billetes para comprar bonos (tanto en el sector privado como en el sector público), con el objetivo de mitigar los efectos de la crisis.
Esa inyección de dinero permitió financiar el aumento del gasto fiscal y le dio oxígeno a los mercados.
Pero al mismo tiempo ayudó a empujar la baja del valor del dólar frente a las principales monedas del mundo en los últimos 10 meses. Esto se puede observar en uno de los índices que sigue la evolución de la divisa, el Bloomberg Dollar Index (BBDXY), el cual llegó a un máximo de casi 1.300 puntos el 23 de marzo. Y de ahí en adelante comenzó una caída que no ha dado tregua hasta ahora, como lo muestra el gráfico.