Toncontín el “terror” de los pilotos y pasajeros que no puede ser internacional según los expertos

Honduras. El aeropuerto de vuelos nacionales Toncontín, de Tegucigalpa, Honduras, fue cerrado de manera temporal por la falta de “visibilidad” debido a la abundante nubosidad, que ha ocasionado desde el sábado (21.05.2022), un fenómeno natural, y que el gobierno decidió cerrar para evitar una tragedia como ya se han registrado en el pasado.

Es importante señalar que los aeropuertos de Palmerola (Comayagua), y Ramón Villeda (La Lima), han estado operando con normalidad, pues su infraestructura y ubicación es la igual que uno de primer mundo.

¿Por qué Toncontín no pude volver a su categoría internacional?

Los expertos internacionales en aeronáutica civil, por décadas nombraron al entonces internacional Toncontín como el más peligroso para aterrizar en Latinoamérica, por estar rodeado de montañas pobladas de gente”.

Toncontín, fue clasificado por el programa Most Extreme Airports de History Channel como el segundo aeropuerto más extremo o peligroso del mundo.

Sin embargo, es importante saber que para ser parte de la temible lista de aeropuertos inseguros del mundo se requiere de varias condiciones, como tener pistas cortas, estar ubicados a una altitud excesiva, en un lugar con condiciones meteorológicas difíciles, registrar una elevada densidad del tráfico aéreo y estar en medio de montañas o edificios.

Toncontín el segundo más peligroso del mundo

Durante la operatividad de Toncontín en su categoría de internacional, muchos fueron los testimonios que salían dando “gracias a Dios” porque pudieron aterrizar con vida.

Los pilotos de líneas aéreas internacionales eran escogidos con lupa, no cualquier piloto podía viajar a Honduras, y entre los requisitos que pedían era tener nervios de acero, pues debían realizar peligrosas maniobras de aterrizaje y despegue.

A esto se suma las condiciones meteorológicas.  Para aterrizar en Toncontín, los pilotos debían rodear las montañas cubiertas de niebla. Luego comienza un descenso abrupto sobre los techos de las casas y muy cerca de una avenida hasta llegar, por fin, a la pista de apenas 1.900 metros, para realizar un aterrizaje con precisión, y si el avión no frena en el momento de tocar el suelo puede sobrepasar la pista y caer por un precipicio que desemboca en una carretera llena de vehículos.

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