"El hambre y el sufrimiento me tienen luchando por mis comunidades", con estas palabras que salen de su voz entrecortada, conteniendo las lágrimas y con sus manos desgastadas, sosteniendo su característico sombrero, don Julio César Hernández describe su lucha en defensa de los derechos humanos.
Es un líder nato y se ha convertido en un cacique para unas 12 comunidades ubicadas en el sector montaña de Tocoa, a las cuales sueña llevar oportunidades de empleo, desarrollo y paz, ya que por décadas estuvieron sumergidos en el olvido y pobreza.
Para pedir ayuda por los suyos, Hernández ha viajado en varias ocasiones desde su natal San José de García, zona rural de Tocoa, Colón, por más de 10 horas en carretera para llegar a Tegucigalpa y que la voz de sus comunidades sea escuchada.
Por sus complicaciones de salud resiente el ajetreado viaje, pero no se doblega, ya que es más grande el deseo de impulsar el bienestar de los suyos.
En los últimos meses, ha logrado que embajadas y organismos de derechos humanos a nivel internacional escuchen el mensaje de auxilio de sus comunidades, pidiendo justicia por más de 10 personas que han sido vilmente asesinadas por apoyar un proyecto minero que las comunidades han decidido respaldar tras acuerdos de proyectos importantes para impulsar el desarrollo de la zona, tales como construcción de carreteras, puentes, escuelas, pago de maestros, donación de útiles escolares, entre otros, acuerdos que se vuelven claves para alcanzar los derechos inalienables como la salud, trabajo y la educación.
Sin embargo, su lucha continúa, pues su mayor sueño es poder llevar a los máximos representantes de los organismos internacionales hasta estas remotas comunidades para que puedan conocer la realidad en la que viven y que otros han ignorado.
“Tengo una gran tarea en mis manos y es sacar adelante estas comunidades que han decidido confiar en mí. No descansaré hasta dejar un mejor futuro para las nuevas generaciones”, dijo convencido.