En un contexto de reducción de la actividad mundial y presiones continuas en el sector energético, se prevé que el crecimiento del PIB real disminuya a alrededor del 3 por ciento en 2023 debido a la disminución de las remesas, un entorno externo menos favorable y el impacto de la sequía, que ya está afectando a la producción agrícola y energética. Se espera que la inflación continúe su tendencia a la baja, respaldada por una normalización de los precios de los alimentos, y que el déficit en cuenta corriente se amplíe hasta cerca del 5 por ciento del PIB, a causa de la desaceleración del crecimiento de las remesas y la evolución desfavorable de los precios mundiales.
El déficit en cuenta corriente descendió al 3,4% del PIB en 2022 gracias a la fortaleza de las remesas y las exportaciones. En este contexto, las reservas internacionales brutas se mantienen en niveles holgados. La respuesta decisiva de las autoridades a las conmociones externas, como el apoyo brindado a los pequeños productores agropecuarios para proteger a los más vulnerables.
El problema de energía eléctrica que ha obligado a realizar cortes de electricidad programados, debe adoptarse con rapidez y firmeza medidas que puedan garantizar la sostenibilidad del sector energético y limiten el impacto sobre la actividad económica y las personas más vulnerables.
Sin embargo, hay que recordar que Honduras sigue enfrentando problemas sociales y estructurales de larga data, motivo por el cual sigue estando en la lista de los países más pobres y con mayor desigualdad del hemisferio occidental, sumado a esto las limitadas oportunidades económicas formales, sofocando la inversión y alimentando la migración.