Minutos antes del botellazo que impactó en su cabeza, Javier Aguirre, técnico de la Selección Mexicana, protagonizó un tenso intercambio con los aficionados hondureños durante el partido.
Al no poder soportar las constantes provocaciones de la tribuna, el "Vasco" respondió con una mala seña hacia los seguidores de la 'H'. Este gesto provocó aún más la ira de los hinchas, quienes continuaron lanzando comentarios hacia el entrenador mexicano.
El clima de confrontación se intensificó cuando, tras el silbatazo final, un botellazo fue lanzado desde las gradas y golpeó a Aguirre en la cabeza, escalando el conflicto verbal a una agresión física.
Este incidente subraya cómo la rivalidad deportiva, cuando no se maneja con respeto, puede generar situaciones violentas tanto dentro como fuera del campo.