Para su creador, Néstor Mendoza, el laberinto de cipreses es una representación de la vida misma. “Es la réplica viva del ser humano. Cuando entras al laberinto, tienes varias opciones y decides qué camino tomar; lo mismo sucede en la vida, donde cada persona elige su propio rumbo”, explica Mendoza.
El majestuoso laberinto simboliza los desafíos y decisiones que enfrentamos a lo largo de nuestra existencia. “Por muy difíciles que sean los caminos o el momento que estemos atravesando, siempre hay una salida”, enfatiza su creador, recordando que, al igual que en la vida, la perseverancia y la determinación nos llevan a encontrar el mejor destino.