En los últimos meses, la gestión del gobierno del Partido Libre en Honduras ha generado un creciente descontento en diversos sectores de la sociedad. Desde su llegada al poder, liderado por la presidenta Xiomara Castro, las promesas de cambio y progreso han sido un fracaso en temas económicas, sociales y políticas que afectan al país.
Uno de los puntos más críticos es la creciente inseguridad. La violencia y el crimen organizado continúan afectando a miles de hondureños, con 11.294 muertes entre 2023 y 2024, mientras que las fuerzas de seguridad y el sistema judicial parecen no dar respuesta eficaz a la situación. A pesar de los esfuerzos para implementar programas de seguridad, la ciudadanía sigue siendo víctima de extorsiones, secuestros y asesinatos, lo que genera una sensación de impotencia y desesperanza.
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En el ámbito económico, el gobierno de Libre ha tenido dificultades para mejorar la situación de pobreza y desigualdad que afecta a una gran parte de la población. La inflación, el alto costo de la canasta básica y el desempleo siguen siendo problemas que agravan las condiciones de vida de los hondureños. Aunque el gobierno ha prometido soluciones, las medidas adoptadas hasta el momento no han tenido un impacto significativo.
Además, el Partido Libre ha enfrentado críticas por la falta de consenso y la creciente polarización política en el país. La división dentro del mismo oficialismo y las tensiones con la oposición han dificultado la implementación de políticas públicas efectivas. La falta de unidad en el gobierno ha dado lugar a una gestión fragmentada, lo que ha aumentado la desconfianza de la ciudadanía en las instituciones.
En resumen, el gobierno del Partido Libre en Honduras atraviesa una etapa crítica, con altos niveles de descontento por parte de la población que exige resultados concretos en temas de seguridad, economía y gobernabilidad.
