“Al principio pensé que quien me proponía eso estaba loco. Era un cubano. Después supe que era el salvavidas del hotel. En el carro, a unos pasos, nos miraba Carlos Ferro Viera, amigo de Maradona. Estuvieron más de una hora convenciéndome de que era importante ayudar a Diego, que era una figura mundial, amigo de Cuba y que estaba deprimido. Y finalmente acepté”, contó Álvarez a América Noticias, el noticiero de América TeVé del canal 41 de Miami, que decidió publicar la entrevista en cuatro partes, la primera de las cuales se emitió este lunes.
A partir de entonces, comenzó una espiral que la llevó a conocer los lujos prohibidos en la Cuba castrista, pero también las drogas, el alcohol y la impunidad bajo esa dictadura. La llevaron hasta Varadero, a un hotel. Era la primera vez que Álvarez pisaba un lugar como este, ya que los cubanos tenían prohibido entrar a esas áreas destinadas por el régimen para los turistas.
“En el hotel me recibió Guillermo Esteban Coppola, un amigo de Maradona. Ahí me asusté muchísimo porque estaba en toalla y pensé lo peor. Unos minutos después me recibió Maradona. Conversó mucho conmigo y me dio confianza. Me cayó bien. Nunca se propasó. Me invitó junto a mi familia al día siguiente a cenar al palacio Dupont”, añadió.
Diego estaba en Cuba desde enero, cuando llegó a la isla comunista para rehabilitarse. La estancia en la isla se prolongó por largos períodos, durante unos cinco años, en los cuales profundizó su relación con Mavys, a quien intentó conquistar con lujos prohibidos en ese entonces para los cubanos, como cenar en restaurantes en dólares, visitar discotecas y pasear. “Yo era una niña. No tenía maldad ninguna. Él era un extranjero, un rico y se había fijado en mí. No podía decirle que no. Era un privilegio ser su novia”, dijo la mujer.