La mendicidad se ha agudizado en un gran porcentaje a causa de la Pandemia del COVID-19

Una cruel realidad

Pero la realidad de Tegucigalpa es otra, además de la belleza de sus parajes naturales, antiguos barrios de la capital esconden una brutal realidad de pobreza y miseria extendida. El desempleo es evidente, las pocas plazas del sector industrial y comercial son insuficientes para atender la demanda de decenas de miles de jóvenes que anualmente ingresan al mercado laboral.

Con la llegada de la pandemia del COVID-19 el desempleo y la pobreza se extendieron y agudizaron visiblemente. Los subempleados y desempleados entonces se inflaron desproporcionadamente. Las cifras a nivel nacional registradas a mediados de 2020 por el COHEP indican que casi un millón de puestos de trabajo fueron perdidos y en Tegucigalpa el impacto fue agudo.

Asimismo, por la dura realidad que afronta el país a raíz de la pandemia, la indigencia es cada vez más visible en la capital, ya que en cada esquina o semáforo son varias las personas que recurren a pedir dinero a los transeúntes y conductores de vehículos. El ejército de jóvenes limpiando los vidrios de los automóviles, otros haciendo maromas y niñas vendiendo una variedad de baratijas es otro fenómeno en crecimiento. La pobreza aumenta innegablemente.

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