
De las muchas formas en que vivir con una enfermedad crónica puede afectar su autoestima, una de mis mayores inseguridades cuando era adolescente era mi diabetes tipo 1. Cuando me diagnosticaron a los 10 años, escuché a los médicos mencionar la diabetes y pensé: ¿Te refieres a la enfermedad de los ancianos? Estaba tan preocupado de que mis compañeros no entendieran por qué necesitaba inyectarme insulina o dejar de pincharme el dedo que constantemente me sentía como un extraño. Una vez que entré en la adolescencia y comencé a enamorarme de los chicos, intentaba ocultar por completo mi diabetes o comunicar que no era gran cosa por temor a que mi enfermedad crónica obstaculizara mi oportunidad de amar.
Ahora me doy cuenta de que esto puede sonar un poco tonto porque las buenas personas del mundo te amarán sin importar las características que tengas, pero sentirte diferente a las personas con un páncreas funcional puede tener un gran impacto en tu nivel de confianza, especialmente en tus años más jóvenes. .más joven
A medida que pasaban los años y mi defensa personal de la diabetes crecía, las citas parecían mejorar. Hablé más abiertamente sobre las ramificaciones de mi enfermedad, sin ser demasiado explicativo, entendiendo que mi audiencia probablemente no estaba al tanto de los entresijos de esta enfermedad, y que no era algo para tomar demasiado oxígeno en un primer momento. fecha. También he desarrollado mi confianza en mí mismo desde la adolescencia, lo que me ha permitido ver mi diabetes más como una característica de mi vida que como una historia. Esta enfermedad puede ser parte de mi vida, pero no define quién soy como persona o qué aporto a cualquier relación, trabajo o situación.
Este es el enfoque que tomé cuando conocí a mi ahora esposo. En nuestra primera cita, mientras me sentaba a comer sushi, le dije casualmente: «Por cierto, tengo diabetes tipo 1», mientras me controlaba el nivel de azúcar en la sangre antes de comer. Le hice una breve sinopsis de mi enfermedad y me alegró que no tuviera problemas para salir con alguien que tenía un problema médico. Tampoco comentó sobre un pariente lejano que murió de diabetes, ¡lo cual siempre es una ventaja!
A medida que nuestra relación creció y Adam aprendió más sobre mi enfermedad crónica, me mostró un gran cuidado, apoyo y nunca me hizo sentir menos que por tener un páncreas lento. Sabe que algunas noches dormirá menos que otras y que siempre habrá situaciones que requieran un poco más de atención.
La diabetes ciertamente agrega otra capa a las citas, pero no tiene por qué ser algo malo. Siempre habrá alguien por ahí que tenga la paciencia y la comprensión de que cuidarse a sí mismo y a sus azúcares siempre será lo primero, pase lo que pase. Si alguien no tiene la paciencia para conocer su condición o le sugiere que arriesgue su salud por su bienestar, no vale la pena.
Al final del día, encuentra a alguien que siempre esté dispuesto a llenarte una taza de jugo de naranja.
Nota del autor: la diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune que ocurre cuando las células del sistema inmunitario comienzan a atacar y destruir las células productoras de insulina en el cuerpo, lo que resulta en un nivel de azúcar en la sangre descontrolado que debe controlarse con insulina. La diabetes tipo 1 no es causada por un consumo excesivo de azúcar y actualmente no tiene cura.