Un proceso difícil
Arita comentó que el proceso de descubrimiento fue difícil, pero gracias al apoyo de diferentes instituciones, como el Instituto de Conservación Forestal (ICF), pudo realizar su investigación de forma más rápida y fácil, llevándola de la mano en todo el proceso de identificación y tala de especímenes.
"Para que se diera el descubrimiento fue por medio de mi investigación de tesis, que el tema me lo dio ICF", explicó.
"Ellos me empezaron a brindar todo el apoyo logístico para poder hacer la corta de los árboles y trasladarlos hasta Siguatepeque; ICF fue la institución que anduvo conmigo de la mano para poder hacer toda mi investigación ", continuó.
"Una vez que ya tenía las colectas de los insectos que habían emergido de las trozas, yo me dirigí a Tegucigalpa, a los Laboratorios de Salud y Sanidad Forestal del ICF, y fue donde comenzamos a clasificar los insectos", detalló Arita.
Salma agregó que "lamentablemente debido al covid-19 fue difícil quedar con alguna institución que nos pudiera brindar apoyo, por lo que decidimos buscar ayuda en el país hermano de Guatemala".
"Junto con el ingeniero José Francisco Ochaeta, ambos tenemos bastante mérito en este descubrimiento; creo que sin él no se hubiera podido describir esta nueva especie", reconoció.