Un joven lleno de vida, Francisco Lagos, el copiloto de la aeronave que cayó al mar en Roatán, será recordado por su pasión por la aviación y su compromiso con su profesión.
Quienes lo conocieron lo describen como un hombre dedicado, siempre con una actitud positiva y un profundo amor por los cielos.
Desde joven, Lagos soñó con ser piloto y trabajó arduamente para cumplir su meta.
Su esfuerzo y profesionalismo le permitieron ganarse el respeto de sus compañeros, quienes destacan su entrega y vocación de servicio.
Más allá de su carrera, era una persona cercana a su familia, siempre dispuesto a brindar apoyo y compartir momentos de alegría. "Le despedimos con el amor que siempre nos brindó. Hoy emprende su último y mejor vuelo, que es haber llegado al cielo", expresaron sus seres queridos en un comunicado.
Finalmente, su velorio será en la capilla de la Fuerza Aérea Hondureña en la capital, y su sepelio se realizará el miércoles 19 de marzo a las 2:00 de la tarde en el cementerio Jardín de Paz San Miguel Arcángel.