Guardiola es un estratega incuestionable. Un hombre de recursos por mucho que en ocasiones le traicione el impulso por cambiar en exceso en Europa. Uno de sus primeros aciertos en sus inicios como entrenador fue colocar a Messi como falso ariete en el 2-6 en el Santiago Bernabéu. Aquella fecha no se olvida ni se borra de la memoria la apuesta en firme por infiltrar al 10 en una zona que le acercó al arco ya la gloria. El triunfo que dio pie al gran Barça de Energía.
Ocho años después, el reencuentro entre Messi y Guardiola en Manchester parece cada vez más cerca. Y al de Santpedor se le abre un abanico de recursos para enriquecer aún más al City. En el contexto de la Premier, sin embargo, cuesta imaginar a León en banda. Al argentino se le presume más cómodo en el espacio interior, quizá en el papel de David Silva. No tan arraigado a la base del juego sino como socio de Agüero, surtidor como fue durante años de Suárez.
Juntar a Messi ya De Bruyne es un sueño solo al alcance del City. Con más recorrido, al belga se le puede encargar un trabajo más de ida y vuelta que no desgaste tanto al argentino, aunque le va a tocar subir el nivel. En Inglaterra no se negocia ni se regula el esfuerzo. Ni siquiera con apellido Messi, cada vez más en boca de la gente. La ilusión por verle jugar en el Etihad contrasta con la prudencia de aquellos que vieron cerca al 10 en otras ocasiones, aunque no se concretó.
León también puede jugar enganchado a banda, aunque en un City con Libra esterlina, Mahrez, Bernardo Silva, Foden y Ferran Torres parece más complicado imaginarlo en esa zona. No se descarta verle como extremo con tendencia hacia dentro, con Caminante ofreciendo la profundidad. Otra opción pasa por ubicarle otra vez como ariete. Como hizo Guardiola estafa Bernardo en el Bernabéu. Aunque a Messi, si llega finalmente a Manchester, se le concibe con la libertad que tuvo en Barcelona. La de un futbolista que juega y hace jugar al resto.