
Draymond Green poniendo un tapón, gritando al aire y sacando musculitos sin que faltara esa miradita al ‘afectado’ -Domantas Sabonis-. Stephen Curry con los brazos en alto y Klay Thompson pegando esos brincos a la pata coja para atrás sobre la izquierda con la que empezó su sinvivir con las lesiones el muy temerario. Y Curry y Green chillándose al final en la oreja el uno al otro como desbocados locos después de juntos parar al ‘Señor Clutch’, De’Aaron Fox, en los últimos segundos y entregar a su equipo el triunfo a sus Warriors y empatar la serie contra los sorprendentes e incansables Sacramento Kings (2-2) al límite del abismo (126-125). Bendita locura en San Francisco, decibelios en alto y confeti al aire. No han ganado nada, pero volver a la vida merece también ser celebrada.
Los ‘viejos rockeros’ nunca mueren, ni tampoco los ‘viejos guerreros’, siguiendo vigoroso y más vivo que nunca en la Bahía el latido de ‘sangre dorada’, como bien rezan las camisetas de los fieles de los Warriors, un dorado colorido y un conjunto de bailes y gestos que ya es parte del folklore de la NBA.
Con el regreso de Green tras su castigo por su feo pisotón a su ‘taponado’ ya estaban todos, sin mostrar antes arrepentimiento ninguno Draymond Green, porque, sino no sería Draymond Green, 12 puntos pese a su 4/12 en tiros pero 10 rebotes y 7 asistencias y una feroz defensa en la segunda parte, mientras que la tormenta de triples fue cortesía como manda la tradición de los ‘Splash Brothers’ de Curry -32 puntos y un 5/11 desde el perímetro-, y Thompson, 26 tantos y un 4/9 desde más allá del arco.
Aunque ya ha vivido de todo, pocas veces se habrá sentido tan liberado con una victoria el señor de los triples, que cometió un error fatal impropio de su experiencia con el que casi quita a su equipo todo lo que le había dado.
Con 42 segundos por jugar y los Warriors 126-121 arriba, ‘Steph’ encasquetó a los suyos una técnica por pedir tiempo muerto cuando Golden State ya los había agotado todos. Los Kings anotaron el tiro libre y Fox -sensacional con 38 tantos-, honró su estado de recién proclamado ‘Jugador Clutch’ con un triple que puso el 126-125. El propio Curry erró en el siguiente ataque y Sacramento gozó de 11 segundos para una última acción en la que el doble marcaje de Curry y Green sobre Fox obligaron al base a entregar el balón a Harrison Barnes, que falló sobre la bocina.
A pesar de que sus indomables instintos le jueguen malas pasadas a él y sus compañeros, Green es el alma de este equipo y todo lo hace por su bien y así lo dijo cuando, por iniciativa propia y posterior consenso con Steve Kerr, decidió partir del banquillo como no lo hacía desde más de hace un año por lo bien que había funcionado a los de la Bahía empezar con el ‘small-ball’ con Jordan Poole y no Draymond. Sabia decisión que sentó bien al equipo, con 22 tantos para la escolta.
Y, si el ’23’ es el alma, Andrew Wiggins es el equilibrio total, una vez más omnipresente con su defensa y su aportación ofensiva -18 puntos, 8 rebotes y 3 asistencias-. Todo se alineó en los Warriors a los que, eso sí, les faltó depende a diferencia del anterior encuentro contra unos Kings que exigen esfuerzo y sufrimiento para ser vencidos.
El equipo de Mike Brown y Jordi Fernández nunca se despegó en el marcador e incluso llegó a disfrutar de una renta de 10 puntos al final del segundo cuarto, con una completa actuación colectiva, con 14 puntos, 7 rebotes y 8 asistencias para Sabonis y 23 para Keegan Murray, con un 5/7 en triples, mientras que Davion Mitchell y Malik Monk se pusieron 12 y 16 desde el banquillo. Sabían bien Curry y Green, ‘viejos’ zorros’, lo que estaban haciendo, permitiendo que tomara el tiro definitivo un Barnes bajo de acierto y confianza, con sólo 9 tantos tras un 3/11 en lanzamientos y un 1/6 en triples.
Y ahora, con la eliminatoria de vuelta a Sacramento -próxima cita el miércoles-, el gran misterio. La gran incógnita de si los Warriors podrá curar su mal crónico, volver a ser ese equipo lunático que arde ante su público pero tanto frío pasa fuera de casa, con un 11-32 a domicilio sumando los dos primeros encuentros perdidos en un templo de los Kings que ya espera con las espadas en alto. O seguir o, quién sabe tras tantos años de esta generación triunfal, morir ya para siempre.
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