Cuando Erik ten Hag estampó la firma que le convirtió en el nuevo entrenador del Manchester United, a finales de abril, pensó que tendría el control de la entidad deportiva con más potencial financiero de Inglaterra. No fue hasta mayo cuando los dueños del club, los hermanos Glazer, le transmitieron que, a menos que transformaran la balanza de pagos con ventas de jugadores, su presupuesto para renovar la plantilla no rebasaría los 120 millones de euros. Demasiado poco para ponerse al nivel del City, el Chelsea, el Liverpool, e incluso el Tottenham.
Obligado a navegar por un mercado inesperadamente restringido, Ten Hag elevó el nivel de riesgo al máximo. Este viernes el United hizo oficial el fichaje de Christian Eriksen, que estaba libre de contrato, tiene 30 años, y lleva una vida normal hasta donde se lo permite el desfibrilador que le implantaron en el tórax el 12 de junio de 2021, después de sufrir un paro cardíaco en pleno partido con la selección de Dinamarca. Los médicos aseguran que permaneció clínicamente muerto durante cerca de 10 minutos. Le salvaron sus compañeros que, con ayuda de los médicos, le reanimaron sin sospechar que la carrera del futbolista apenas había sufrido una interrupción pasajera.
“No puedo esperar para comenzar a jugar para el United”, dijo Eriksen en el comunicado que publicó el club, este viernes. “He visto el trabajo de Erik ten Hag y sé el nivel de detalle que tiene su preparación. Tras hablar con él me entusiasmé aún más. Todavía tengo grandes ambiciones y este es el lugar perfecto para continuar con mi viaje”.
Si la reacción rápida de los jugadores de la selección danesa devolvió a Eriksen al mundo de los vivos, su proceso de reintegración en el fútbol profesional fue obra de Ten Hag mucho antes de que ambos se reencontraran en Manchester.
Cuando el Inter de Milán rescindió su contrato por indicación del colegio médico de Italia, el verano pasado, Eriksen se quedó sin aquello que los jugadores profesionales consideran su activo más valioso: un grupo de compañeros. La posibilidad de incorporarse a un vestuario se la proporcionó su viejo club, el Ajax de Amsterdam, dirigido entonces por el holandés Ten Hag. El Ajax no ha confirmado ni desmentido esta información, pero fuentes próximas al futbolista indican que durante meses se entrenó en las instalaciones de Toekomst, alternando los equipos de cantera con la primera plantilla. Sin la generosidad de su viejo empleador, a Eriksen le habría costado mucho más ponerse en forma para salir al mercado invernal en las Navidades de 2021.
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Volvió a jugar al fútbol hace cinco meses, en las filas del Brentford, un club londinense de barrio que compite en la Premier y que le ofreció un vínculo hasta el verano. Aquella aventura, que completó con el respaldo de Thomas Frank, el astuto entrenador danés del Brentford, le abrió las puertas del gran escaparate. El salto al United confirma la determinación de un hombre que se ha mostrado inflexible a los ruegos de su esposa, Sabrina Kvist, para que se retire. La amenaza de muerte súbita no le arredra del mismo modo que a Ten Hag le envalentona la precariedad económica que aqueja al equipo desde que se confirmó que no se clasificaría para disputar la Champions esta temporada. La ausencia de buenos centrocampistas accesibles en el concierto europeo precipitó la operación.