Amate, perdona y olvida, alguien más te amara y te dará el valor que mereces

1. Regula el contacto físico y visual

Mirarse a los ojos y tocarse son dos situaciones: ambas hacen que en nuestro organismo se dispare la producción de oxitocina, una hormona relacionada con el afecto y el establecimiento de vínculos de confianza. A su vez, una mayor cantidad de oxitocina en nuestra sangre y en los espacios a través de los cuales se comunican las neuronas de nuestro cerebro hacen que aparezcan las emociones y conductas relacionadas con el amor. De hecho, esto ocurre incluso al mirar a los ojos a ciertos animales domésticos.

Por lo tanto, uno de los primeros pasos para desengancharse de una persona cuya relación nos resulta nociva es hacer que este contacto físico y visual sea más pobre y escaso, aunque en ese momento apetezca hacer todo lo contrario.

2. Aprende a vivir lejos de esa persona

Otro aspecto importante a la hora de desenamorarse es ponernos las cosas fáciles al principio evitando tener que ver a esa persona, al menos durante unos días o semanas. Si el amor consiste entre otras cosas en pensar en ese alguien durante una buena parte de las horas del día, para revertir esta dinámica es bueno no exponernos a situaciones en las que tengamos que pensar en ella a la fuerza porque la tenemos delante. En muchos sentidos, el amor funciona como una droga, ya que tanto a la hora de ver a la persona a la que queremos como al consumir una sustancia adictiva se activa el circuito de recompensa de nuestro cerebro, basado especialmente en el  neurotransmisor llamado dopamina.

3. Retoma rutinas que nos vuelvan independientes

Para rehacer una vida como persona alejada de la persona en la que solíamos pensar no es necesario tan solo dejar de pensar en ella, sino también encontrar actividades para evitar que esto ocurra. Si hacemos todas las cosas que hacíamos cuando estábamos enamorados, nuestro cerebro notará que la única pieza del puzzle que falta es la presencia de esa persona, y esta incongruencia nos dará problemas. En cambio, si hacemos coincidir en el tiempo el alejamiento de esa persona con otros cambios significativos en nuestra vida que estén relacionados con nuestra rutina, será más fácil que nos comprometamos con esta fase de transición.

4. Trabaja en la autoestima

En ocasiones, el fracaso del proyecto de relación con alguien supone un duro golpe para la autoestima. Es por eso que a las pautas de comportamiento anteriores hay que añadirle una evaluación constante sobre nuestra autoiamgen y autoestima. Si no, es fácil que, al sentirnos poco válidos como personas, busquemos desesperadamente volver a estar con la otra persona, para aceptarnos mejor a nosotros mismos.

Para ello es necesario intentar hacer un análisis lo más frío y distanciado posible de quiénes somos, lo que hacemos y lo que nos define, teniendo en cuenta los acontecimientos que hemos vivido. Es decir, que no se trata de pensar en nosotros mismos como entidades independientes de nuestro entorno: lo que importa es darnos cuenta de cómo nos comportamos con los medios que tenemos y dependiendo de nuestros objetivos e intereses.

Gestionando la atención

Habiendo leído estas claves para desenamorarse de alguien posiblemente te hayas dado cuenta de que casi todas se apoyan en un tema común: la atención. Saber gestionar nuestro foco atencional hace que nos concentremos en aquellas cosas que realmente nos son necesarias o útiles y, por eso, nos ayuda a alejarnos de la rumiación, ese proceso similar a un círculo vicioso por el cual casi todo lo que hacemos o percibimos nos recuerda a aquello que nos hace sentir mal: como nos sentimos tristes, pensamos en lo que origina eso, y como pensamos en lo que origina eso, nos sentimos tristes.

Así pues, la clave está en intervenir tanto sobre nuestros pensamientos como sobre nuestras acciones para romper con ese bucle aparentemente infinito de comparaciones y de tristeza. Empezar a imponernos una cierta disciplina en lo que hacemos, aunque el cuerpo nos pida hacer otra cosa, es fundamental para dejar de ser emocionalmente dependientes de esa persona de la que un día nos enamoramos. Y, por supuesto, si creemos que el problema es tan intenso que interfiere totalmente con nuestra calidad de vida, merece la pena plantearse si conviene ir a sesiones de psicoterapia. En todo caso, el motor del cambio siempre debemos ser nosotros mismos.

Scroll al inicio