A partir de marzo de 2020, los periodistas hondureños han tomado un rol demasiado importante en el país, y es la de informar acerca de un virus que no se vé, pero si se siente, sin distinción de géneros, religiones ni nada, pero que se ha ensañado con varios comunicadores desde su llegada.
Muchos han cuestionado que se haya vacunado al gremio periodístico, pero olvidan que muchos de los que recibieron vacunas por no decir la mayoría, arriesgan su vida a diario para poder llevar el acontecer a los hogares de todos, saliendo de su casa sin saber si regresaran, bien, mal, enfermos o con una amenaza a muerte encima.
Muchos comunicadores han muerto a causa de su paseo constante por los triajes informando la situación, o sus visitas para informar y ayudar a personas que lo necesitan a través de la información, y así aún hay personas que se atreven a decir que no somos de primera línea, estamos errados.