Las primeras referencias a ellos vienen de los sumerios

Tras el colapso de Sumeria hacia el año 2000 AEC y el ascenso de Egipto como la nación más poderosa del mundo, muchos clanes hebreos se trasladaron hacia Canaán, donde ya tenían amplios vínculos familiares y comerciales, debido a que un amplio porcentaje de hebreos era amorreo (cananeo). Sin duda, este fue el contexto histórico en el que se dio la migración de Abraham desde Ur hacia el actual Israel.

Ya en occidente, los hebreos ampliaron sus actividades, especialmente las comerciales. Tras casi cinco siglos de convivir con egipcios, cananeos e hititas, un grupo hebreo invadió Egipto y ostentó el poder durante un siglo. Los egipcios los llamaron “hiksos” (reyes extranjeros). En esta época se construyó una nueva capital para el reino y los hiksos la llamaron Avaris, que etimológicamente es prácticamente el equivalente a decir “hebrea”.

Ahmosis I los derrotó hacia mediados del siglo XVI AEC y el poder regresó a los egipcios locales. Un gran contingente de hiksos tuvo que huir de Egipto y regresó hacia Canaán, pero poco después fueron conquistados por el propio Ahmosis. Los siguientes faraones consolidaron el dominio egipcio sobre Canaán, y Tutmosis III llevó a cabo el mejor plan de unificación de su imperio: literalmente secuestró a todos los jóvenes de las noblezas locales y se los llevó a Egipto para reeducarlos conforme a los modos y creencias de la corte faraónica. De ese modo, a partir de la siguiente generación cada provincia conquistada fue gobernada por reyes locales pro-egipcios y con ello se garantizó la consistencia política.

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