La puesta en escena es especialmente destacada por su trabajo de escenografía, a cargo de Marcos Licona, quien logra una atmósfera única que evoca la visión de un niño, utilizando portales y mundos fantásticos. Además, el diseño de vestuario, realizado en colaboración con los integrantes del teatro, y las máscaras creadas por los actores, contribuyen al dinamismo de la obra.