En los pasillos del Congreso Nacional se ha desatado un torbellino de críticas y sarcasmos concluyendo que no importa el color político todos los parlamentarios son iguales.
En un claro desafío a la división artificial entre derecha e izquierda, la hipocresía flagrante de aquellos que pretenden ser distintos mientras actúan como si estuvieran cortados por la misma tijera es cada vez más evidente.
"Afuera hacen que la gente se pelee, creyendo que unos son de derecha y otros de izquierda, ¡son la misma cosa!" han declarado algunos, esto como sinónimo de incredulidad y amargura ante la farsa perpetuada por aquellos en el poder.
La cruda realidad ha dejado al descubierto las artimañas de una clase política que, según muchos, parece estar más interesada en dividir al pueblo que en servirlo.
¿Cuánto tiempo más permitirá el pueblo hondureño que aquellos en el poder jueguen con sus destinos mientras se disfrazan de adversarios ideológicos?
En un llamado a la acción, muchos parlamentos sugieren a sus colegas a abandonar la fachada de la división partidista y a trabajar juntos para forjar un camino verdaderamente diferente para el país.
A medida que estas palabras resuenan en los pasillos del poder, queda por ver si este llamado a la acción desencadenará un cambio significativo en la política hondureña o si simplemente será otra nota de pie de página en la historia de un sistema político marcado por la corrupción y la desilusión.