Cuando figuras como Manuel Zelaya y Nicolás Maduro se reúnen, no es una coincidencia, es un mensaje claro: el autoritarismo se fortalece y la democracia peligra.
Según Johana Bermúdez, la presencia de Zelaya en estos encuentros no es simplemente un acto de diplomacia, sino una señal de complicidad.
Si el expresidente hondureño se alinea con el dictador venezolano, es porque en su agenda existe una conexión directa con los intereses que amenazan la libertad de nuestro pueblo.
Según la política, Honduras enfrenta una amenaza latente: el verdadero poder no está en la figura presidencial, sino en aquellos que, como Zelaya, mueven los hilos desde las sombras, manipulando el destino de nuestra nación.
Por lo tanto la política dice que es evidente que la influencia de regímenes autoritarios está tratando de expandirse, y nosotros, como pueblo, debemos ser conscientes de lo que está en juego.
Asistir a la toma de posesión de un dictador extranjero como Maduro no es un acto aislado, sino un aviso claro de que en nuestra tierra podrían estar preparando el terreno para eliminar la voz del pueblo, silenciar el voto y arrebatarnos nuestra libertad.
Es momento de unidad. Hondureños, este no es el momento de dividirnos, sino de luchar juntos.
La política dice que si Honduras construye una oposición fuerte y una ciudadanía vigilante, el día de mañana se viviran las consecuencias.