La migración venezolana también ha jugado un papel fundamental en la expansión del grupo, ya que miembros de la organización han emigrado a países vecinos, donde rápidamente se han infiltrado en las estructuras del crimen local. Los miembros de esta organización, en su mayoría personas sin nada que perder, han sido clave en este proceso de expansión, pues cuentan con la disposición de recurrir a la violencia para conseguir sus objetivos.
El impacto de esta organización no se limita al ámbito de las calles, sino que también se extiende a las cárceles, donde el aumento de migrantes venezolanos ha generado una dinámica de conflictos entre diferentes bandas criminales. La presencia de bandas binacionales, que tienen su origen en Venezuela, ha exacerbado las tensiones en los centros penitenciarios, lo que ha intensificado las actividades criminales en las calles y reforzado el control territorial del Tren de Aragua.
En conclusión, el Tren de Aragua ha logrado transformar su estructura para operar de manera eficaz en diferentes contextos. Su capacidad para adaptarse y dominar territorios le ha permitido no solo consolidarse como una de las organizaciones criminales más peligrosas de América Latina, sino también generar un ambiente de violencia e inseguridad que afecta gravemente a la población de los países donde opera.