En un contexto ya marcado por altos índices de desempleo, Honduras se enfrenta a una nueva amenaza que podría agudizar aún más la difícil situación laboral en el país.
Más de 250 mil hondureños se encuentran actualmente sin empleo, y las perspectivas para el futuro no son alentadoras.
A esta crisis se suma el anuncio de la deportación de cientos de compatriotas que, durante años, han buscado en Estados Unidos una oportunidad para mejorar su calidad de vida.
Según Julio Raudales, economista y experto en asuntos laborales, la situación podría empeorar considerablemente si el gobierno de EE. UU. sigue adelante con su política de deportaciones.
"La salida de miles de hondureños que actualmente se encuentran trabajando en EE. UU. contribuirá aún más a la crisis del empleo en nuestro país. Muchos de ellos, al regresar, se enfrentarán a la falta de oportunidades y a un mercado laboral saturado", comentó Raudales en una reciente entrevista.
Sin embargo, más allá de los efectos inmediatos en la economía, la situación de los migrantes hondureños refleja un problema más profundo: la politización de la diplomacia del país.
La falta de una política exterior clara, honesta y efectiva ha colocado a Honduras en una posición vulnerable frente a decisiones que, aunque tomadas por otros gobiernos, impactan directamente a la población.
"A lo largo de la historia, Honduras ha perdido en muchos de estos debates internacionales, principalmente por una diplomacia que carece de la solidez necesaria para defender los intereses nacionales de manera eficaz", señaló Raudales.
La politización de las relaciones internacionales, muchas veces influenciada por factores internos y externos, ha impedido que el país logre acuerdos que beneficien a su población y, en muchos casos, ha contribuido a la falta de una estrategia coherente para enfrentar situaciones como la actual crisis de migración.
El gobierno de Estados Unidos, bajo la administración del presidente Donald Trump, ha tomado decisiones soberanas sobre migración que afectan gravemente a los hondureños.
Sin embargo, la falta de una respuesta contundente y unificada por parte de la diplomacia hondureña deja claro que el país sigue sin aprovechar las oportunidades para negociar en favor de los suyos.