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Los Timberwolves son un espanto



Hijo de Los Timberwolves incapaces de ganar. Da igual cómo sean los partidos, cuánto trabajen para darse oportunidades en los últimos minutos, cómo de bien o mal estén los rivales. Son el peor equipo de la NBA (7-23 en 30 partidos), un 17% de victorias que puede escocer horriblemente si su elegir de primera ronda cae fuera del top 3 (sería para los Warriors a partir del 4). En eso irán pensando cada vez más, y en cuánta culpa tiene Ryan Saunders de que su equipo no funciona.

Porque It doesn’t work: otras ocho derrotas en diez partidos y tres seguidas después de ganar en Toronto el domingo. Otra semana negra culminada con patinazo en la visita a Minneapolis de los mismos Raptors a los que ganaron cinco días antes. Entonces, voltearon su mal primer tiempo con 37 puntos en el tercer cuarto. Esta vez hicieron lo propio, de un -10 a ponerse por delante (64-58) con un parcial total de 29-13 y un 23-1 increíble en más de ocho minutos en las unidades de rotación de los Wolves pusieron una energía desbordante, con el novato Jaden McDaniels defendiendo por todas partes y el número 1 del draft, Anthony Edwards (otra noche de malos tiros: 3/14 para 7 puntos) firmando el que por ahora es el mate de la temporada.

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Pero los Wolves, sencillamente, no son capaces de ganar. Nada. Imposible. En el último cuarto se quedaron secos: dos puntos en los seis minutos finales (2-13), 0-11 final en los 3:40 definitivos. Un desastre: Karl-Anthony Towns volvió a pista con 7:35 por jugar y solo tiró a canasta 2 veces. Ricky Rubio regresó con 4:53 y su equipo sumó 2 puntos, con dos pérdidas del base español, que volvió a sus peores sensaciones: 7 puntos, 2/6 en tiros, 4 asistencias, 3 pérdidas. Algo en el libreto de Saunder no funciona, y algo en las conexiones en pista que dirige Ricky no va bien si la bola ni siquiera llega a Ciudades en los momentos en los que el partido se decide. El pívot acabó con 19 puntos y 13 rebotes, y Beasley metió 13 puntos con 16 tiros (5/16) y desperdició el ataque para forzar la prórroga.

Así que los Wolves perdieron contra unos Raptors sin Lowry, ni Anunoby. Un rival que anotó solo 86 puntos en un partido cuyo marcador final (81-86) es lo que se destila ahora en muchos duelos NBA… a mitad de tercer cuarto. Entre los dos equipos, 60/168 en tiros (por debajo del 36%), 21/78 en triples (por debajo del 27%) y 32 pérdidas. ¿Duro? Durísimo. Solo Norm Powell (31 puntos, 6/10 en triples) estuvo cercado. Siakam se quedó en 10 puntos, VanVleet en 12 con un 4/20 en tiros y los Raptors sumaron 30 puntos entre el segundo y el tercer cuarto (17 y 13) después de llegar a tener un +19 (19-38) pasando por el mintuo 16. Pero ganaron, porque los Wolves se dispararon en el pie. Otra vez, una marcha desesperante para un equipo que no encuentra unidades de rotación estables, que huye de sus principales armas en tramos incomprensibles de partido y que esconde con rachas nefastas los brotes verdes de sus jóvenes. Y que infrautiliza al cada vez más sufrido Towns. El resultado, ese 7-23 que es, ni más ni menos, un reflejo de una realidad crudísima.

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