Margot Robbie y Ryan Gosling

Gosling lleva a Ken hasta el ridículo, o bueno, aceptó lo comisionado por su directora, Greta Gerwig: llevar al machismo al ridículo infinito, que tan propio le queda a ese sistema de creencias.

Incluso, hay una escena musical que desconecta un poco del ritmo de la película, pero que creo yo, fue puesta de manera adrede para que Ken terminara de sembrar la semilla del ridículo absoluto que supone el ego del macho promedio.

Es cierto, la película se siente inconexa por momentos en varios saltos de tiempo y espacio, pero he ahí lo inteligente que haya sido hecha en clave de sátira: le da la libertad de que, tal vez, no todo es en serio (no sucumbe en la rigidez que exige un drama).

Barbie aprovecha esa sátira para no seguir fórmulas, incluso destroza la cuarta pared una y otra vez, para recordarle al espectador que no está viendo algo más simple que una película que se sabe reír de ella misma, e incluso de la casa fabricante de la muñeca (Mattel).

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