Si algo bueno dejó la pandemia del Covid 19 es que muchas personas perdieron el miedo a emprender y comenzaron el sueño de tener su propio negocio, y que mejor manera que inventar algo para tomar una taza de café, claro, nunca debe faltar un delicioso pan de calidad, tal como el que hornea “Miette” donde se vende un pan fresco, delicioso, hecho con amor y con mucha sabrosura.
Nos dimos la tarea de visitar personalmente Miette ya que su delicioso olor nos llevó directito a hablar con su gerente propietaria, Lina Ordoñez, quien nos atendió de maravilla, nos contó un poco acerca de este delicioso emprendimiento y hasta nos dio a probar su delicioso pan con el cual quedamos incluso deseando más luego que nos contó la maravillosa historia del comienzo que dio inicio al lado de sus socios Edwin Ordoñez, Ingrid Méndez y Joel Cerrato.
“Comenzó todo en la pandemia, estaba aburrida y yo siempre me he considerado una persona hiperactiva, uno de mis sueños siempre había sido cortar una rodaja de pan al grosor que yo quería, ahí empezó todo pero nunca había podido experimentar, entonces durante la cuarentena que tenía todo el tiempo del mundo, y busque una receta y me puse a hacer un pan para cortarlo”, contó Lina.
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Además, esta emprendedora, nos contó que aprovechó que había escasez de pan porque los supermercados estaban cerrados, y como le quedó tan rico el pan, fue una prima quien le dijo que se pusiera a venderlo, luego hizo más para darle a sus amigas a probar, las invitó a la casa y ellas fueron sus primeras juezas, desde luego, les encantó tanto, que comenzaron a encargar y así comenzó a venderlo en San Pedro Sula, pero y entonces, ¿Cómo viene a dar a Tegucigalpa?
“Una amiga me ayudó a inventar el logo, inventar el nombre y vendía en San Pedro Sula, y como me había quedado bien uno, fue probando nuevas recetas, y luego me vine a Tegucigalpa por temas económicos por la pandemia y estando aquí, tuvimos una celebración del día del padre en la casa de mi hermano, les cocine, les llevé el pan, y uno de los socios me dijo que pensara en poner un negocio, que tenía talento y en eso me fui de la reunión y ellos quedaron hablando acerca de invertir t me dijeron que yo tenía el don del sazón y que querían invertir en el, y me ofrecieron asociarnos y como ya tenía el nombre, el producto y las recetas, comenzó la locura y salió aquí en Ventu, donde ya llevamos un año cuatro meses”, contó.
