En declaraciones recientes, el periodista Rodrigo Wong Arévalo ha expresado una crítica contundente contra la reciente Cumbre de la CELAC celebrada en Tegucigalpa, señalándola como un evento meramente ideológico sin repercusiones positivas para el pueblo hondureño. Según su opinión, el único beneficiado fue el Partido Libertad y Refundación (PLR), que usó el evento como una estrategia política para refrescar su imagen, justo después de una estrepitosa derrota electoral en las elecciones primarias.
Wong Arévalo sostiene que el PLR intentó manipular los resultados de las elecciones primarias con maniobras desesperadas, incluyendo retrasos en el conteo y la complicidad de ciertas instituciones del Estado. Sin embargo, la resistencia ciudadana y la firmeza de dos concejalas del Consejo Nacional Electoral (CNE) impidieron el fraude. A su juicio, el gobierno planeó hacer coincidir la cumbre con el cierre del proceso electoral como forma de mostrar poder, pero el bajo respaldo popular deslució sus planes.
El periodista también cuestiona el alto costo del evento, que según datos oficiales rondó los 150 millones de lempiras, aunque expertos en organización de eventos estiman que pudo haber alcanzado los 400 millones. Critica que esta suma haya sido destinada a un evento de despedida simbólica para la presidenta Xiomara Castro como titular pro tempore de la CELAC, pese a que su gestión dentro del organismo fue gris y con pocos logros concretos.
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Wong señala que este gasto resulta insultante en un país con graves deficiencias en salud pública, donde los hospitales están en condiciones precarias y los médicos no reciben sus pagos a tiempo. A su juicio, priorizar una cumbre internacional mientras se desatienden necesidades básicas es un acto de irresponsabilidad y un signo de anarquía gubernamental, que contradice los principios de una democracia funcional.
Finalmente, concluye que este tipo de eventos, lejos de fortalecer la imagen del gobierno, solo evidencian su desconexión con la realidad del pueblo. Wong acusa al PLR de gobernar mediante propaganda y no con acciones concretas, dejando a Honduras sumida en una crisis moral, económica y social, y a su población cada vez más desilusionada con la falta de progreso y cumplimiento de promesas.