A veces, el amor llega cuando menos lo esperas y, a veces, estas conexiones son tan poderosas, como si ustedes dos estuvieran inexplicablemente unidos por ninguna otra opción. Y este tipo de amor duele.
Este amor saca a relucir un lado tuyo que nunca quieres enfrentar. Erradica tus miedos, tus adicciones, tu dolor, tus defensas. Te muestra lo roto que estás. Te muestra lo roto que está Ellos Soy. A pesar de lo hermosa, tortuosa y absorbente que es esta conexión, sabes en tu interior que tu unión estaba destinada a suceder. Lo sientes, el fuego en cada uno. Se entienden y se ven en un nivel que otros nunca entenderán.
Pero a veces, el amor que quieres puede no ser el amor que necesitas o el amor que mereces. A veces, dos personas pueden ser tan buenas la una para la otra y aun así no serlo.
El amor no debe doler. El amor no debería tratarse de angustias, agonías, peleas, lágrimas. El amor no debería tratarse de dos personas rotas que encuentran un hogar el uno en el otro. El amor no debería ser algo insoportable. Desear. Deseando. Pendiente.
A veces, con una conexión como esta, tienes que soltar.
Harán todo lo que esté a su alcance para estar juntos, incluso sabiendo lo mal que están el uno para el otro. Tratas con el Universo, cometes errores, lastimas a algunas personas en el camino. Tal vez incluso te lastimes a ti mismo.
Pero si este es el tipo de amor sobre el que la gente escribe canciones, entonces ustedes dos se encontrarán algún día. A veces, este amor siempre vuelve el uno al otro, y nada, ni nadie, puede romperlo.
Persona correcta, momento equivocado. ¿No es siempre así?
